Ella – Día 1
Ella, tumbada boca abajo en la arena reposando la cabeza sobre sus manos. Volvió a mirar por debajo del brazo y él seguía allí, sentado a lo lejos, observando. Sentía sus ojos posados sobre su cuerpo, recorriéndola de pies a cabeza. Sentía calor en zonas que el sol no alcanzaba.
Llevaban así más de una hora. Dos desconocidos, él observándola y ella sintiéndose observada. “No tiene mala pinta, el chaval”, volvió a comprobar por debajo de su brazo. Y decidió actuar.
Se incorporó sobre sus rodillas, a cuatro patas, ajena a la mirada de él. Arqueó la cintura mostrando un trasero sugerente, retador. Se dispuso a recolocar sobre la arena el pareo que tenía por toalla, paseando sus nalgas de arriba abajo, de izquierda a derecha, a medida que sus brazos se movían sobre el pareo. Separó un poco sus rodillas, entreabriendo algo más sus muslos, sus nalgas. Arqueó de nuevo la cintura, su sexo cubierto por el tanga apuntando al desconocido.
Otro desafiante bailoteo de sus nalgas de alante a atrás y su sexo se abría más bajo la estrecha tira de tela del biquini.
Cuando decidió que ya había jugueteado bastante con su trasero, volvió a acostarse sobre la arena, esta vez sobre su espalda y las piernas dirigidas hacia el desconocido. Dobló sus rodillas y posó los pies sobre el pareo, lentamente separando uno de otro y entreabriendo de nuevo sus muslos. Sentía cómo su sexo se abría también.
De manera distraida, ajena al desconocido, dirigió su mano hacia abajo, desde su pecho pasando por su ombligo, hasta llegar de nuevo a esa fina tela que cubría su intimidad. La sujetó con dos dedos por un lateral y la separó de su piel, estirando de ella hacia un lado dejando su sexo descubierto por unos segundos, como el que quiere recolocarse el biquini creyéndose solo.
Al sentirse acariciada por los ojos de él, una oleada de calor y excitación recorrió su cuerpo. Contrajo la vagina varias veces para calmar el deseo de ser lamida, acariciada, penetrada por aquel desconocido.
😉 Continuará…