Él – Día 1
Sentado en el muro que separa la arena del asfalto, últimamente acudía ahí a diario a observar el mar.
Hoy, sin embargo, estaba algo distraído. Esa chica tumbada en la arena acaparaba su campo de visión; procuraba dirigir su mirada al mar, sin embargo, sus ojos se dirigían incontrolablemente a ella.
Muy sexi, tumbada boca abajo y reposando su cabeza sobre sus manos entrelazadas. La cabeza en dirección al mar, sus pies en dirección a él. Desde su posición podía admirar abiertamente su trasero, tan turgente y sugerente -eso parecía- apenas oculto bajo esa fina tela que, más que cubrirlo, lo descubría.
De vez en cuando la chica movía su cabeza y él no podía evitar observarla. Notaba que su miembro hacía por endurecerse e intentaba controlarlo. Parecía que funcionaba, al menos por ahora.
Abstraído en sus pensamientos, le pilló por sorpresa cuando la chica se inclinó sobre sus rodillas y se puso a cuatro patas. Vió cómo agarraba por las puntas el pareo que tenía por toalla. “¡Mierda! ¿Se va…?” La chica se dispuso a recolocarlo sobre la arena, contoneándose de un lado a otro, y suspiró aliviado al comprobar que iba a poder seguir disfrutando del panorama un rato más. Su miembro, en cambio, luchaba cada vez más por crecer, y los contoneos no estaban ayudando a controlarlo.
Más que contoneos desinteresados le estaban pareciendo movimientos provocativos y sugerentes. “¿Está arquendo su cintura y alzando su trasero en mi dirección?” La excitación estaba ya totalmente fuera de su control. Esa manera de pasear sus caderas de un lado a otro, de arriba abajo, marcando su sexo cuando arqueaba la cintura, sólo estaba consiguiendo que su polla creciera más queriendo hacer estallar su pantalón. Se inclinó un poco hacia adelante intentando disimular su erección. En ese momento lo único que le retenía acercarse a ella, retirar su bikini, y clavarle la polla desde atrás, era que estaban en un lugar público.
La chica volvió a acostarse, esta vez boca arriba. “Bueno”, pensó, “ahora a cruzar las piernas y esperar un rato a que se me baje la hinchazón”.
De repente la chica apoyó sus pies y separó ligeramente las piernas. Poco, pero lo suficiente para dar a su vista vía libre hasta el sexo cubierto de ella. “Oh… no sé si voy a aguantar ésto… voy a reventar…”. En su imaginación, se acercó a ella, se puso de rodillas y pasó las piernas femeninas por encima de las de él, le retiró el bikini, se sacó la polla y se la clavó hasta el fondo, de un empujón.
En su imaginación… En la realidad, la chica alzó un poco su trasero, agarró la tira del bikini y la retiró hacia un lado, recolocándola. Rápida y distraída. Rápida pero lo suficientemente lenta como para permitirle ver su coño depilado, brillante, ¿húmedo? “¿Distraída?”
“Eso no ha sido distraído”, pensó. “Está pidiéndome a gritos que vaya y se la clave bien adentro. Oh… no aguanto la excitación…”.
Continuará…